Indolencia por diseño
- benjamin Lara
- 9 nov 2023
- 1 Min. de lectura

A dos semanas de que el huracán Otis destruyó Acapulco, y después de que el presupuesto de egresos aprobado para 2024 no contempla recursos para su reconstrucción, todavía hay mexicanos esperando a que el régimen federal, encabezado por el licenciado López, “haga algo”; aún esperan que “se ponga a la altura”; que “trabaje en serio” por los damnificados. No va a suceder.
Como en cada tragedia sucedida en este sexenio, el gobierno federal elude su responsabilidad en Acapulco con poca gracia y ningún pudor; no es un tema de incapacidad, sino de falta de voluntad para ejercer las funciones básicas de cualquier gobierno. Cuando la centralización de sus compras derivó en una terrible escasez de medicamentos contra el cáncer, con efectos funestos entre quienes lo padecen, el gobierno de López simplemente siguió de largo; cuando su indolencia ante la pandemia de Covid arrojó 700 mil muertes que podrían haberse evitado, López y su gabinete se limitaron a contar su versión con buen humor; hoy, después de haber hecho nada para alertar a la población de Guerrero sobre Otis, y limitado la declaratoria de desastre a dos municipios de esa entidad, el gobierno federal mexicano ya anunció una “feliz Navidad” para el puerto... y a otra cosa.
Siendo evidente ese patrón de absoluta ausencia gubernamental ante las tragedias, no tiene mucho sentido preguntarse cuándo comenzará el rescate de Acapulco por parte del gobierno. Tiene cierto sentido su denuncia precisa, eso sí, como testimonio del criminal maltrato que este régimen le aplica a sus gobernados, aún en las circunstancias más terribles. Pero nada más.




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